jueves, 14 de mayo de 2015

COMBUSTIBLE PARA LA VIDA

Incluso la soledad impuesta por acontecimientos externos puede ser un trampolín para hallar una salida y elevarnos más allá del presente. Es muchas veces la mejor manera de defenderse y protegerse, como en el duelo, dice Boreau, aunque hoy se aconseje a los que pasan por ese difícil trance que mantengan su actividad, que no paren ni se queden solos, cuando tal vez sería mejor asumirla y adaptarse a ella. La soledad, en ese sentido, según, la psicóloga Ester Cuchholz, es un medio imprescindible para regular y ajustar nuestras vidas y un medio para comprender las necesidades reales que tenemos y cómo satisfacerlas. El tiempo que pasamos a solas, voluntaria y conscientemente, no es nunca un tiempo perdido, sino un alimento, es combustible para la vida.
Hay otras muchas facetas positivas de la soledad. Por ejemplo, un estudio realizado en la universidad norteamericana de Harvard comprobó que formamos los recuerdos más duraderos y precisos cuando estamos solos, porque fijamos más la atención y no funcionamos en modos “multitarea” como con otras personas. Y en otro estudios se halló que la soledad mejora la percepción de las cosas: afina nuestros sentidos.
Pero lo más importante, creo, es lo que dijo el gran humanista francés Michel de Montaigne: en ella encontramos esa “trastienda nuestra” donde fijar nuestra verdadera libertad y donde vivir para nosotros mismos. Solo así, dueños de nosotros mismos. Podemos luego salir plenamente al encuentro de los demás. Solo así podemos evitar caer en la peor forma de soledad: el descontento con uno mismo y la incapacidad de disfrutar de la vida
Paco Valero