A veces se nos olvida que en este planeta solo somos unos huéspedes. En ese viaje podemos andar ligeros o dedicarnos a llenar la mochila. Cuando flaquean las fuerzas o el ánimo, toca rehacer el equipaje y plantearse a dónde nos gustaría llegar.
Qué necesitamos para vivir? La lista es interminable o ¡muy corta! El cuerpo ya va haciendo con oxígeno, agua, comida, descanso y un poco de estímulo sensorial.
Si no enferma, es un vehículo que nos lleva milagrosamente por esta existencia. Camina, carga, adopta expresiones, realiza trabajos de precisión, baila, nada o escala y es capaz de hazañas prodigiosas.
Para aligerar nuestra vida cuando esta nos oprime bajo su peso es útil comprender que nuestra existencia en este planeta, en esta realidad, es efímera e inmaterial. Nacemos y morimos, la prioridad es experimentar intensamente lo que hay entre medio. Cada ser humano tiene una forma única de vivirlo. Somos pasajeros de nuestro cuerpo, que nos puede llevar a disfrutar del propósito de nuestra vida mientras no lo dejemos aplastado bajo los deseos de otros y las inercias sociales. Tratémoslo bien y escuchemos sus señales; el cuerpo casi siempre nos avisa cuando estamos tomando la decisión equivocada.
Llegamos a la vida vulnerables y con los pies descalzos y así podemos continuar. Esto nos permite pisar suave y se expresará en todos los ámbitos de nuestra vida, desde cómo tratamos a los demás a qué hacemos con la basura de nuestra casa. Pasar por el planeta sin dejar huella, simplificando al máximo nuestra existencia, es además un buen propósito para el mundo actual pisoteado por botas de acero.
Nos pasamos por la vida sin mirar, y cuando miramos, lo hacemos siempre hacia el mismo sitio. Centramos nuestra atención en las mismas cosas. Siempre metidos en nuestra rutina cotidiana. Y mientras tanto nos perdemos todo lo demas... Hay veces que los árboles no te dejan ver el bosque, pero si lo encuentras, solo tienes que elegir cuál camino escoger, su nombre, DESTINO.
martes, 24 de septiembre de 2013
lunes, 16 de septiembre de 2013
ABIERTO POR REFORMAS
Los
grandes cambios requieren un periodo de introspección
El
cartel de "Cerrado por reformas" también podría tener
significado en circunstancias donde no intervienen profesionales de
la construcción. Nos referimos a esas situaciones en las que lo que
se reforma no es un lugar abierto al público sino un espacio
interior o incluso una forma de vivir. No cabe duda de que una
enfermedad grave, una depresión o una operación quirúrgica imponen
una pausa en las actividades cotidianas. Lo obligado en tales casos
es bajar la persiana y restringir lo que no sea esencial, mientras se
halla el modo de salir adelante.
Pero
no es preciso tener que afrontar una situación de ese tipo para
reducir el contacto con el mundo mientras se gesta un nuevo orden.
Unas vacaciones o una indisposición repentina también ofrecen la
posibilidad de ganar claridad y mejora hábitos o actitudes.
Cada
noche, durante el sueño, nos recluimos en nosotros para
reconstruirnos a múltiples niveles -ciertas mañanas nos
despertamos literalmente renovados-. Quien practica meditación, yoga
o taichí explora voluntariamente sus paisajes interiores, tan
variados como asombrosos. La persona que acude a terapia psicológica
se adentra en un espacio desde el que puede cuestionar y reorganizar
cualquier faceta de su vida.
Suele
haber un antes y un después del "Cerrado por reformas". El
gusano que ha tejido un capullo en el que se recoge hasta devenir
mariposa bien podría colgar ese letrero fuera.
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