Tecleamos unas palabras en la pantalla
de nuestro móvil y, en unos segundos, una persona las puede leer
aunque esté muy lejos. Pero esta facilidad para comunicarnos trae
consigo un peligro, el de querer respuestas inmediatas, y si no nos
llegan, imaginar los más oscuros motivos.
Hay que saber que nuestra pareja no tiene por
qué contestarnos de inmediato. Quizá tiene otras prioridades en
aquel momento y eso no significa que nosotros pasemos a ser
secundarios ni mucho menos que ya no nos quiera. Quizá sería
recomendable ver estos mensajes como antes veíamos los SMS (que
ahora nos parecen prehistóricos. Un mensaje que el otro respondía
cuando podía. No tenía por qué contestar al instante y tampoco se
terminaba el mundo si no lo hacia. Lo mismo que pasaba con las cartas
en un pasado que también parece remoto: no ocurría nada si tardaba
uno días o incluso semanas en llegar a casa. !Qué tiempos aquellos¡
La diferencia es que con WhatsApp puede aparecer”la carta” en
cualquier momento inesperado, con lo cual nos pasamos el día
consultando ansiosamente el teléfono, a ver si por fin llega la
felicidad.
Gaspar Hernández