martes, 9 de septiembre de 2014

UNA CAPACIDAD LATENTE

Hay personas que huyen de su silencio para no oír lo que no les gusta de sí mismas. Sin embargo, quien se da la oportunidad de observar lo que se dice así mismo puede entender cómo eso afecta a su forma de comportarse y de actuar en la vida.
Al atravesar esta primera fase se puede comenzar a reconocer lo que se piensa sin tener que luchar contra ello. Se empieza a descubrir entonces un espacio que lleva no solo a conocerse mejor, sino a estar más en uno mismo.
Se accede así a lo más puro de la esencia humana y al poder de reconciliarse con uno mismo y con el entorno. Las relaciones y las actividades cotidianas se tornan más fáciles y fluidas.
El silencio requiere una actitud de recogimiento interior que puede practicarse en los actos cotidianos. Ahí es donde realmente podemos hallar los silencios más valiosos, los descansos y las respuestas más sorprendentes.
Cristina Martínez Gómez (psicóloga)