Estamos acostumbrados a hacer dos y más
cosas a la vez -es más, admiramos a quienes pueden hacer muchas
cosas simultáneamente-. Y a menudo nuestra mente sigue dándole
vueltas a una ocupación anterior cuando de hecho nuestra actividad
ya ha cambiado. Aspiramos a ganar tiempo, en una agenda frenética
para aprovechar al máximo nuestra vida, o al meno eso creemos.
En definitiva, se trata de hacer las
cosas con conciencia porque así en realidad lo que estamos haciendo es
querernos un poco más a nosotros mismos.