¿Qué
buscamos cuando madrugamos para llegar a un sitio a contemplar el
amanecer? ¿De qué hablamos cuando decimos que necesitamos un buen
rato en la bañera para desconectar? ¿Qué mensaje escarbamos cuando
nos desplazamos a lugares remotos y frios a vivir una aurora boreal?
Tal vez no nos demos cuenta de que estamos a la búsqueda del
silencio. Necesitamos recuperar el diálogo con nosotros mismos, que
es lo que el ruido nos ha arrebatado. El silencio dilata el tiempo,
así que con las interferencia auditivas también perdemos ritmo de
vida.
Podemos
ejercitar el silencio. De la misma manera que consideramos que el
entendimiento con nuestra pareja o amigos es óptimo cuando los
silencios son cómodos y no violentos, podemos buscar ratos de
silencio para nosotros mismos. Entrenarlo de la misma manera que
animamos a nuestros músculos a trabajar, o a nuestro cerebro a
recordar conocimientos adquiridos. En un mundo presidido por el
ruido.. podemos "citarnos" con el silencio una o varias
veces a la semana, hacerlo como quien va al gimnasio y no dejarnos
vencer por la pereza de combatir el estruendo que nos envuelve.