"Los niños empiezan
queriendo a sus padres; cuando crecen los juzgan; a veces, los
perdonan" dice Oscar Eilde en una de sus obras. Hay personas que
lo hacen pronto, incluso de forma inconsciente, acaso porque han
tenido una buena relación y asumen el vínculo con naturalidad;
otras necesitan más tiempo, tal vez ayuda o el revulsivo de un
acontecimiento que transforme su mirada.
Nuestros padres forman
parte de lo que somos. Podemos desear cambiarlos o que hubieran sido
diferentes, pero es en la aceptación del vínculo que se tiene con
ellos y de que son como son donde reside la posibilidad de asumir y
agradecer esa vida que nos han dado, con todas sus consecuencias.
Puede que, a su vez, la vida nos obsequie así con un atisbo más
certero de quiénes somosy de quiénes son realmente nuestros padres.