Vemos la Tierra como un
objeto inanimado porque nos hemos alejado de ella. Y también nos
hemos alejado de nuestro cuerpo. Son muchas las horas del día que
pasamos sin ser conscientes de él. Estamos tan atrapados en nuestro
trabajo y nuestros problemas que nos hemos olvidado de que somos algo
más que nuestra mente. Muchas enfermedades se derivan, precisamente
de ese olvido.
Y también nos hemos
olvidado de que la Tierra forma parte de nosotros y de que nosotros
formamos parte de ella. Eso influye en cómo la tratamos.
Cuando veamos a nuestro
cuerpo como un milagro, veremos también a la Tierra como un milagro
y empezaremos a cuidar su cuerpo. El cosmos resplandeciente y
elegante que vemos es, de hecho, nuestra propia consciencia y no algo
ajeno a ella.