Inmersos en la era de la
distracción permanente, con dispositivos tecnológicos que nos
saturan de información y nos acribillan con mensajes cortos y
simples, perdemos capacidad de atención porque la atención se
encuentra asediada por los artilugios tecnológicos que continuamente
nos invaden con mensajes y noticias. Podemos estar conversando con una
persona y ver cómo, de repente, deja de prestarnos atención y lee
lo último que le ha llegado al móvil, tal vez un WhatsApp
intrascendente. Esta actitud causaba perplejidad y enojo hace unos
años; hoy nos hemos resignado a verla como algo normal. La necesidad
compulsiva de estar pendientes de si nos llegan mensajes ya tiene un
nombre: infobesidad.
Pero la atención es una
capacidad clave en todos los aspectos de nuestra vida y entrenándola
podemos desarrollarla. Es lo que nos propone Daniel Goleman en su
último libro “Focus “.