Nuestra vida cotidiana
está repleta de oportunidades para experimentar pequeñas dosis de
felicidad. Siempre las tenemos al alcance de la mano, pero a menudo
se nos escurren como los delicados pétalos de las flores de cerezo.
Necesitamos detener el tiempo, acaso unos segundos, para admirar toda
la belleza que nos rodea y mostrar gratitud.