Cuando estamos distraídos
y no nos fijamos realmente en las cosas, nos sentimos algo
insatisfechos y desconectados. Imagínate corriendo par ir a
trabajar. Pasas junto a tu hijo o pareja y te despides con un rápido
beso. Esa costumbre de no fijarse realmente, de hacer que nuestra
mirada resbale por la superficie de las cosas, nos deja hambrientos y
solos de una manera fundamental.
Cuando nos detenemos y nos fijamos o
miramos conscientemente, conectamos. Una breve conexión de ese tipo
puede elevar nuestro humor y alimentar nuestro corazón durante
horas. Cuando "miramos de verdad" todo lo que vemos se
torna hermoso: las grietas en la acera, una planta muerta, las
arrugadas manos de una anciana.... "Caminad por la belleza",
dicen los indios navajo. Cuando nuesta mirada está atenta, todo es
hermosura y todo el mundo camina por la belleza.