jueves, 19 de diciembre de 2013

LA AUSENCIA DE EMOCIÓN

Se define la apatía como una ausencia de emoción y de reacción a lo que nos rodea, un estado de presencia distante.
Es una posición en la que nos concedemos el derecho a no actuar, a no intervenir, nos damos un tiempo para decidir qué hacer. En meditación, se dice que nos esforzamos en "responder", con discernimiento, en vez de "reaccionar" de forma automática.

 Deseamos estar solos, tranquilos, replegarnos en nosotros mismos. Esa apatía no hay que rechazarla de inmediato en nombre de la necesidad de "positivizar" a todas horas, porque es la que nos obliga a escuchar a nuestra tristeza en lugar de desoírla y pasar a otra cosa. Nos impulsa a dejar de actuar y de interactuar para plantearnos las cuestiones de fondo: ¿Qué es lo que no funciona en mi vida en este momento? ¿Por qué estoy tan triste? Luego, deberemos alejarnos de la apatía para poner en práctica las respuestas a esas cuestiones -si las hemos encontrado- o para reincorporarnos a la vida -si esas respuestas son de momento inaccesibles-. Porque la apatía solo es útil y fecunda cuando es un estado pasajero y no crónico.
Es como una pausa en el curso acelerado de nuestras jornadas. Y si, en lugar de rechazarla, la habitamos con estados de ánimo positivos -curiosidad, paciencia, tranquilidad- nos ayudará a comprender y a saborear mejor nuestra existencia.
Christophe André