La cultura
judeocristiana nos hace pensar que se gana el cielo con esfuerzo y
sufrimiento. El deber es antes que el placer. Este tipo de
planteamiento nos hace percibir la realidad como una lucha constante,
lo que nos estresa y agota. Plantearse la existencia como un
aprendizaje y dar las gracias a las experiencias puede abrir una
nueva perspectiva sanadora y mas lúdica de la vida que nos permite
ver nuevas caras de nosotros mismos y simplemente respirar, transitar
y vivir el momento.
Mireia Darder-Sílvia
Díez