Abramos los ojos:
las cosas más bellas y mágicas de la vida están muy cerca. Dejemos
de buscar lejos. La miopía espiritual nos impide prestar atención y
valorar las pequeñas maravillas de nuestro alrededor.
Un relato anónimo
cuenta que una maestra pidió a sus alumnos que escribieran cuáles
eran las siete maravillas del mundo actual. Aunque hubo variaciones
entre las diferentes listas, en ellas aparecían construcciones
humanas como el coliseo de Roma, el Tah Majal o la Gran Muralla
China. Al recoger el trabajo de cada estudiante, la maestra se fijó
en que había una niña que aún no había acabado. Estaba tan
concentrada que no quiso distraerla. Cuando hubo terminado, le pidió
justamente a ella que leyera su lista de maravillas en voz alta. Muy
nerviosa, la alumna dijo que le había costado decidirse, porque
había muchas, pero que ya tenía su lista: “Para mí las siete
maravillas del mundo son poder ve, poder oír, poder tocar, poder
oler, poder saborear, poder reír y poder amar”. La clase calló en
un silencio reflexivo y lleno de admiración.
Es una lástima que
para valorar las mejores cosas de la vida tengamos que perderlas. ¿No
sería mucho más lúcido darnos cuenta de la magia que nos rodea
aquí y ahora?
Francesc Miralles