Prisioneros del
ombliguismo, demasiado cargados con el equipaje de nuestra historia,
acabamos por llevar maletas muy pesadas que nos impiden buscar y
construir nuestro camino personal con total libertad. ¿De dónde
procede esa identificación con nuestras historias, hasta el punto de
replegarnos sobre nosotros mismos?, y sobre todo, ¿cuál es la
alternativa a ese reflejo? Lo que nos cuenta la cabeza no es la vida.
Tomar distancia respecto a lo que nos cuenta y estar, en otras
palabras, menos enganchados al ombliguismo nos permite abordar las
situaciones de la vida con una mayor sabiduría. Por sabiduría hay
que entender esa cualidad que está dotada de tres componentes: la
capacidad de reconocer que nuestro propio saber es limitado, la
consciencia de que el mundo cambia continuamente y dirigir nuestro
interés al bien común, en lugar de a nuestros intereses
particulares. Por el contrario, el ombliguismo se define por la
rigidez de sus propias ideas, por un sentimiento acerca de un mundo
inmutable y una preocupación que está, básicamente, centrada en
uno mismo.
Ilios kotsou (Elogio
de la lucidez)