Hablar con los demás a distancia,
tecleando en una pantalla que nos cabe en el bolsillo, es algo cada
vez más común. Y queriendo huir del aislamiento, acabamos estando
solos a pesar de tener a otras personas a nuestro lado. Ponernos
algunos límites nos permitirá volver a disfrutar de las
conversaciones que nos nutren y ayudan a crecer.
Vivimos tres fantasías gratificantes
fruto de nuestros dispositivos móviles: que podemos controlar
nuestra atención y depositarla donde más nos interesa, que siempre
habrá alguien escuchándonos y que nunca estaremos solos. Tres
creencias profundamente dañinas: nada tiene de malo estar y sentirse
solo en algún momento; no siempre tiene por qué haber alguien
escuchándonos; y no podemos controlar constantemente hacia dónde
dirigimos nuestra atención.
Deberemos encontrar el punto de
equilibrio.
Rosa Rabbani (Dra. Psicología)