La vida no solo nos da:
también nos quita. Afrontar las pérdidas que depara, forma parte del
proceso de convertirse en persona y nos hemana al resto de la
humanidad.
No se puede crecer
psíquicamente sentado en un jardín donde nos sirven manjares en una
bandeja de plata. Se crece cuando se está enfermo o cuando hay que
hacer frente a una pérdida dolorosa. Se crece si, en vez de esconder
la cabeza en la arena, se acepta el sufrimiento intentando
comprenderlo. Descubrir lo bueno en lo malo es una de las lecciones
más provechosas.
"Todos los
sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes, son
como semillas que más tarde nos ayudarán a crecer, y esa es la
única razón de nuestra existencia" (Elisabeth Kübler-Ross)