Había una vez un cuento que nadie leía, por lo que se sentía solo, triste, abandonado. Pasaron meses y años, pero seguía sin ser leído. Un día se le acercó un cuento muy viejo, que parecía alguien importante, que le dijo:
-Si nadie te lee, tendrás que ir al olvido.
-¿Al olvido?, preguntó asustado.
-Sí -respondió el cuento viejo-. Es el cementerio de los cuentos. Allí descansarás para siempre. El desdichado cuento agachó la cabeza y con inmensa tristeza se encaminó hacia el olvido... Pero llegaste tú y lo salvaste.
El lector podría no haber leido el cuento y condenarlo al olvido, pero no lo hizo y le dio vida a ese pequeño cuento.
Si el mero acto de leer un cuento lo puede salvar del olvido, qué no lograrán el resto de nuestras obras. Cualquier acción, por banal que nos parezca, tiene una fuerza insospechada y la tiene por el mero hecho de ser real, todo está interconectado -así es la realidad- y si lo que nosostros hacemos puede afectar a los otros, lo que otros hacen puede influir en nuestras vidas. Lo llaman efecto mariposa.