Disfrutar de lo que somos y tenemos, en vez de vivir pendientes de lo que no existe, es posiblemente el gran secreto de la felicidad. Pero ¿cómo se consigue? Para disfrutar del presente, hay que dejar de añorar el pasado, no inculparse por las ocasiones dasaprovechadas y, sobre todo, afontar el futuro con expectativas realistas.
Hay una historia, recogida por el autor y profesor de yoga Ramiro Calle, que nos resultará ilustrativa.
Érase una vez un hombre que nunca había tenido la ocasión de ver el mar. Vivía en un pueblo del interior de la India. Una idea se había instalado con fijeza en su mente: "No podía morir sin ver el mar·. Para ahorrar al gún dinero y poder viajar hasta la costa, tomó otro trabajo, además del suyo habitual. Ahorraba todo aquello que podía y suspiraba porque llegase el día de poder estar ante el mar.
Fueron años difíciles. Por fin ahorró lo suficiente para hacer el viaje. Tomó un tren que le llevó hasta las cercanias del mar. Se sentìa entusiasmado y gozoso. Llegó hasta la playa y observó el maravilloso espectáculo.
¡Qué olas tan mansas! ¡Qué espuma tan hermosa! ¿Qué agua tan bella! Se acercó hasta el agua, cogió una poca con la mano y se la llevó a los labios para degustarla. Entonces, muy desencantado y abatido, pensó:"
¡Qué pena que sepa tan mal con lo hermosa que es!".
Sería hermoso que nos diéramos la oportunidad de descubrir el océano en su esencia, asintiendo a su salubridad con total aceptación, y que también pudiéramos, al mismo tiempo, utilizar nuestras expectativas como una forma de descubrir nuestros deseos:"Me doy cuenta, gracias a este océano salado, de la importancia que tiene para mí tener agua potable para beber. Reconozco que necesito un río de agua fresca para saciar mi sed, pero no por ello a este mar le sobra la sal". Esta actitud nos permitirá disfrutar de una relación con el mar, con la vida, con las personas, más espontánea y limpia, libre de exigencias y prejuicios. Sería triste que llegáramos a vivir toda una vida al lado de nuestros seres queridos esperando a que se conviertan en "agua potable".
Ramiro Calle concluye este hermoso cuento diciendo:
"La forma de liberarnos de estas decepciones es esperar solamente aquello que ocurre".
Sergio Huguet