El pasado ya no existe, el futuro aún ni es; el único espacio para poder ser felices es el presente. Postergar nuestro disfrute de la vida es condenarse a la angustia y la insatisfacción. El camino hacia el verdadero bienestar empieza por entender que el presente contiene su propia recompensa.
Puede parecernos imposible tener la templanza suficiente para poder disfrutar de una fresa en un trance tan apremiante como la del monje; sin embargo, en mayor o menor medida, todos nos encontramos en una situacion similar. Todos estamos, como decía el Principito, amenazados de una repentina desaparición, ¿No cuelgan acaso todas nuestras vidas de una liana que no sabemos cuándo, inevitablenmente, se romperá? Si aceptamos que esta es nuestra situación, más nos vale aprender a comer fresas con nuestros pies en el aire... Es decir, deberemos aprendera a disfrutar del aquí y ahora sin preocuparnos por lo que será de nosotros en el futuro.
Algunas personas podrían argumentar que la recomendación de vivir en el momento presente es un tanto banal, pues, si el presente es lo único que existe, ¿qué otra posibilidad hay? Y, sin embargo, vivimos a menudo olvidando el aquí y ahora, ocupados en rememorar lo que una vez fue, en imaginar lo que hubiera sido y en esperar, para empezar a vivir, lo que será. De lo que se trata, entonces no es solo de estar presentes sino de vivenciar el aquí y ahora con todo nuestro ser, de tener en cada momento una presencia vital con el mayor nivel de conciencia posible de lo que nos está ocurriendo.
DemiánBucay