Estamos concentrados en nuestra vida o en nuestros problemas y dejamos de percibir el entorno. Y, por el camino, hacemos invisibles a muchas personas que nos importan.
Y lo más importante es que actuar así tiene consecuencias. Porque cuando las personas se sienten ignoradas, lo toman como un desdén. Como reza el dicho. "No hay mayor desprecio que no hacer aprecio". No es agradable pasar desapercibido a los ojos de los demás.
Cada uno de nosotros tiene su particular lista de personas invisibles, personas que a menudo nos pasan desapercibidas. Pasamos por su lado sin saludarlas, muchas veces no sabemos exactamente qué es lo que hacen ni cuáles son sus inquietudes, y no contamos con ellas para lo que nosotros hacemos u organizamos. Nos ocurre en el trabajo y nos pasa también en la familia y con los amigos. Y esto es así porque, demasiado contrados en nuestos problemas, no prestamos suficiente atención a quienes nos rodean. Pero es importante tomar conciencia de esta lista y reducirla, ir tachando nombres hasta dejarla a cero.
Es fácil que las personas tímidas, discretas o inseguras pasen desapercibidas. Pero puede que no sea voluntario. Las haremos más visibles sin nos comunicamos con ellas y les damos confianza para mostrarse.
Para no hacernos invisibles:
Si nos cruzamos por la mañana, saludémonos siempre y hagámoslo sinceramente. No pasemos a un palmo el uno del otro sin dirigirnos la palabra. Si compartimos un espacio, no nos ignoremos. Cada uno estará concentrado en lo suyo, pero, reservémonos pequeños momentos para reconocernos. Quizás a mí me cueste más llamar la atención. Pero esto no significa que no sufra si tú no me ves. Si eres más abierto, puedes llevar la iniciativa, pero no asumas que "ya estoy bien así". Cuando estemos con más gente, tal vez me sienta cohibido y tenga la tentación de encerrarme en mí mismo. Ayúdame a no hacerme invisible, a participar. Siempre habrá una ocasión en que no tendremos tiempo ni para un saludo. Hagamos que sea solo una excepción.
Ferran Ramon-Cortés