En otoño, la naturaleza parece desprenderse de lo que no es esencial.
Siguiendo sus pasos, también nosotros podemos soltar, desapegarnos de
las formas de ser que ya no nos sirven y buscar un espacio de
introspección en el que prepararnos para renacer.
En el mundo de hoy, sobre todo en las ciudades, las prisas y la tecnología nos hacen a veces olvidar en qué momento del ciclo anual nos encontramos.
Tal vez algo se encoge en nuestro corazón -el otoño se asocia tradicionalmente a la melancolía- Nos retiramos del mundo exterior, física y psicológicamente, y nos volvemos hacia el interior. Pasamos menos tiempo al aire libre y estamos más en casa, dedicados a actividades menos energéticas que las del verano: leemos, conversamos y podemos volver a gozar del fuego del hogar.
En otoño, la naturaleza practica el desapego y se desprende de lo que no es esencial. A nosotros también nos corresponde soltar lo que ya no necesitamos, desapegarnos de las formas de ser que ya no dan fruto, encontrar un lugar de calma interior y prepararnos para empezar de nuevo. . Si es necesario, podemos soltar relaciones marchitas, despidiéndonos de manera genuina, con agradecimiento y responsabilidad.
Que el otoño te ayude a soltar lo que ya no te sirve, a reforzar tu interior y a prepararte para renacer en un mundo transformado.
Este texto son fragmentos escogidos por mí de un articulo de Jordi Pigem (Doctor en filosofía y autor de : Valores para un mundo en transformación)