A la hora de expresar algo que nos resulta incómodo conviene hacerlo desde el respeteo y la consideración; sin juzgar y sopesando, en todo momento la predisposición del otro a escucharnos porque cuando una persona se siente herida, deja de escuchar. Todo lo que digamos caerá en saco roto y no servirá para nada. Puede que nosotros nos quedemos tranquilos, puesto que se lo hemos dicho todo; pero al otro no le ayudará. Por eso hemos de ser especialmente sensibles a todos los signos que nos indiquen que estamos superando el nivel que el otro puede aguantar.
DIME LO QUE PIENSAS, POR FAVOR
*Si ves que me comporto de un modo que me va a perjudicar, no dejes de decírmelo. Pero hazlo de modo que no me hiera y lo pueda percibir como una ayuda.
*En el momento adecuado:cuando me veas preparado, no solo cuando hayas hecho acopio de valor para decírmelo.
*En el tono adecuado: sin agresividad, sin reñirme, sin juzgarme. Es muy posible que me nuestre muy sensible, y necesito que lo seas tú en tu modo de hablarme.
*Al ritmo adecuado: si hoy no puede absorberlo todo, continuaremos mañana. Sin prisa.
*Aceptándome en mi comportamiento: porque solo puedo cambiar si yo lo decido. Y solo lo decidiré si me siento aceptado.
*Y siempre desde el cariño y el aprecio, no desde la censura o la intención de darme una lección.
Ferran Ramon-Cortés