lunes, 7 de noviembre de 2011

ATRAPADOS EN LA JAULA

En algunos remotos lugares de África todavia utilizan un método tradicional para cazar monos. Se trata de colocar una jaula en medio de la selva con un plátano en su interior. La jaula está hecha de palos entrecruzados que forman una rejilla a cuadros. El mono suele acudir para coger el plátano e introduce la mano por uno de esos pequeños recuadros que forma la extructura de la jaula.
Después, agarra la banana, pero no puede sacar la mano porque la banana no cabe por el agujero. Curiosamente, el mono se queda un buen rato allí, como bloqueado, sin poder sacar la fruta ni la mano. No quiere renunciar a la banana, soltarla y sacar la mano de allí. En pocos minutos, llegan los hombres y le echan una red por encima y lo capturan.
Como dice el doctor Eaton, los monos no son los únicos en aferrarse a algo que les perjudica sin darse cuenta de que es una trampa. Los seres humanos también lo hacemos. Nos aferramos a ideas y valores que no son realmente los nuestros. Por ejemplo, podemos mantener convicciones internas como <<Debo tener éxito>>, <<No debo mostrar debilidades>>, <<Tengo que saber siempre lo que hacer>>,<<Debo evitar ser egoísta a toda costa>>. Mantener esas ideas es muy duro y puede dejarnos agotados, incluso enfermarnos. Hasta que aprendemos a deshacernos de ellas nos vemos obligados a un agotador día a día tratando de contentar a los demás, aguantar a personas abusadoras, cargar con los problemas de los demas y tragarnos nuestra frustración.
No hay nada de malo en internar ser un buen hermano, amigo o empleado, pero cuando convertimos esos deseos en necesidades imperiosas, en inflexibles <<debería esto, debería lo otro>> iniciamos una carrera hacia el perfeccionismo que es imposible de ganar. Entonces, nos quedamos atrapados en la jaula. Aumenta nuesta insatisfacción porque no logramos ser perfectos, porque los valores que perseguimos en realidad no son los nuestos y porque desatendemos nuestas auténticas motivaciones. Es en esos momentos cuando parece que todo lo que hacemos es fatigante, cuando dejamos de disfrutar de las tareas y de la vida, y cuando perdemos el sentido de la existencia. Estamos atrapados sin saber por qué.
¿Como podemos salir de esa trampa? Es evidente, ¿verdad? Dejando caer las bananas. Renunciando a ellas e imponernos la necesidad de abandonar las ideas impuestas por la sociedad.
Rafael Santandreu